EL VANGUARDISMO EN HISPANOAMERICA


Los movimientos vanguardistas se empiezan a ajustar a los  «ismos»  europeos para renovar: el dadaísmo y el ultraísmo, el surrealismo sobre todo, el futurismo y el cubismo (referente a las artes plásticas).
Patrones  preconcebidos:
  1. La lengua misma.
  2. Normativa gramatical.
  3. Sintaxis.

Los ismos americanos
El creacionismo: exponentes: Vicente Huidobro y Gerardo Diego (Poemas árticos, Ver y palpar) .
El ultraísmo: el mayor expositor fue Jorge Luis Borges (Luna de enfrente y Cuaderno San Martín)
La poesía afroamericana
La presencia del legado  negro y sus raíces africanas.

Nicolás Guillén: (1902-1989), renovador del lenguaje y reivindicador de los derechos de sus coetáneos frente a la agresión  del imperio capitalista. Ejemplifica: reivindicación del habla y la fonética propia de los negros.

Alejo Carpentier: Fue el primero en acuñar la expresión «lo real maravilloso» para referirse a la novela hispanoamericana; halló peculiares derivaciones en la narrativa hispanoparlante.

De la vanguardia a los clásicos del siglo XX

Aquí podemos mencionar:
César Vallejo: peruano (Los heraldos negros, 1918) presenta novedades vanguardistas, la clave de su poética fue la presencia del dolor, percibido con una sensibilidad  exacerbada: el dolor que rezumó su personalidad atormentada y el que sintió por sus semejantes. También  menciona en su temática a la muerte (España, aparta de mí este cáliz). Revivifica la lengua castellana con un vocabulario nuevo y deslumbrante juego de metáforas. Escribió también obras en prosa (Paco Yunque).
Pablo Neruda:
Su nombre verdadero es Neftalí  Ricardo Reyes, chileno, publicó Veinte poemas de amor y una canción desesperada (1921).  La etapa de compromiso político y de militancia activa incluyó libros dedicados a la Guerra Civil Española: España en el corazón (1937). Le proporcionó el ropaje para la explotación místico-poética de la naturaleza americana, de su flora y fauna, de sus pueblos, su acontecer histórico y las razas indias.
Quizás una guía iluminadora resuda en perseguir sus constantes: el amor, sea el erótico o el de la vida, al hombre, al universo, la búsqueda de la pureza elemental, simbolizada en los sentimientos cotidianos, en la naturaleza y más exactamente en la fuente original de toda voz humana, la Tierra. Ninguna voz antes que la suya ha sabido cantar a América tan poderosamente.



Octavio Paz: añadió, además, un bagaje poco usual; el contacto  con las culturas orientales, a raíz de una larga estancia en la India.  La trayectoria literaria se resume como una búsqueda de  arraigo y de huida de la soledad. El anhelo de arraigar en otras  vidas (de lo cual se derivan en ocasiones grandes intensidades eróticas). Algunas de sus obras son: Libertad bajo palabra (1935-1957),
Salamandra (1958-1961) y la Ladera este (1968). El lenguaje liberado tiene una capacidad para mostrar “el otro lado de las cosas”,  lo irracional. Su obra literaria incluye todos los géneros poéticos.  Ganó el premio Nobel de Literatura.


Otras tendencias
                Se desembocó una producción tan rica como heterogénea, entrelazada de tendencias, líneas experimentalistas y toda suerte de preocupaciones sociales. En América central despuntaron dos cubanos: José Lezama Lima (1912-1976, su obra se halla vinculada a la cultura neoplatónica y a la tradición barroca, concretamente a la obra de Góngora. Después de ser reconocido como uno de los mejores poetas del siglo XX, en 1966 publicó Paradiso. ) y Cintio Vitier (1921-1976), un nicaragüense: José Coronel Urtecho (1906- 1994). Otros miembros destacados fueron: Pablo Antonio Cuadra (1912-2002), Luis Alberto Cabrales (1901-1974) y Joaquín Pasos (1915-1947). Bajo sus influencias se encuentra Ernesto Cardenal. En México destacó Marco Antonio de Oca.
                Entre las generaciones surgidas en Chile destacan Nicanor Parra. En Colombia sobresale Álvaro Mutis (galardonado con el premio Cervantes). En Uruguay, Idea Vilariño, Amanda Berenguer e Ida Vitale. Junto a ellas Mario Benedetti (Inventario en 1965). En Argentina destacan María Elena Wals y Juan Gelman.

La narrativa
En la segunda mitad del s. XX, acertó a emparejarse con la poesía en cuanto a esplendor, variedad y pulso de experimentación.  Una diferencia con respecto a la poesía, ha consistido en que la captación del público lector de la novela y el cuento ha sido multitudinaria, antes poco valorada e ignorada, ahora traducida a la inmensa mayoría de lenguas.
Los pioneros de la renovación novelística
Se empezó a notar el agotamiento de las vías realistas y naturalistas en los años de la Segunda Guerra Mundial. Se dio la apertura de cauces renovadores con novelistas como Eduardo Mallea (1903-1982, la temática central de muchos de sus textos radica en el descubrimiento de la identidad personal a través de la frustración, la soledad, la decadencia familiar), por estas ventanas entraron los problemas existenciales contemporáneos.
                De la mano de Borges y Arlt, entró la fantasía y la exploración del subconsciente.  Roberto Arlt acentuó el interés por temas urbanos, de prosa desmañada y rota. También incursionó en la dramaturgia.
Otras vías de ruptura
                Algunos autores se sirvieron de la novela histórica para el rompimiento de los usos y abusos realistas. El ciclo de la Revolución Mexicana empezó a decantarse con la obra literaria de Agustín Yáñez, en su obra Yáñez describe un mundo cerrado y opresivo que recuerda el de Faulkner.
Por otro lado Miguel Ángel Asturias  vuelve a recurrir al soporte mítico-legendario  para describir la opresión del indio y la inutilidad de sus rebeliones. Hasta el lenguaje está estructurado de manera que se asemeje al habla indígena.
La superación del realismo
                Ante la vastedad de los cambios económicos y sociales del continente a partir del 945, terminaron de naufragar las fórmulas realistas. Aunque no desaparecieron los viejos temas ni se interrumpió la marcha hacia el americanismo. Se revitalizaron temas rurales  con autores como Juan Rulfo, Gabriel García Márquez; se encuentran las formas literarias precisas: flexibles, depuradas, asombrosas, extraordinarias, desmesuradas, en un medio irreductible a cualquier norma, en su permanencia y en sus extraños cambios. Borges fue el primero en adelantar la expresión  “realismo fantástico”.
La nueva narrativa

Las nuevas técnicas reflejaron la conjunción del vanguardismo y el impacto de las literaturas anglosajonas o germánicas. Se incorporó el monólogo, esquemas complejos de narración, superposición de acciones y personajes en el tiempo y en el espacio e inversiones temporales, la inserción del propio narrador dentro de la historia, entre otras.
Las lindes de la nueva frontera narrativa fueron avanzadas por Miguel Ángel Asturias (simultaneó su condición de diplomático con vocación de escritor. Enérgico crítico de la dictadura capitalista, su brillantez literaria le valió el premio Nobel en 1967), Jorge Luis Borges (además de poeta incluyó ensayo y cuento, El Aleph es un conjunto de relatos que sorprende y cautiva) y Alejo Carpentier (El reino de este mundo es una de las novelas más importantes, con la que inaugura la modalidad narrativa que el escritor cubano denominó de “lo real maravillos”).

El realismo mágico
El desquite de lo americanista halló su vía de más éxito en el llamado “realismo mágico”. Se basó en la mezcla indiscriminada de elementos imaginarios y reales, desplazándolo hacia lo mítico o legendario, trayendo la mezcla de ritmos del habla tal como es en cada país, en cuanto a ambiente o en el medio social descrito.
Por su parte, Gabriel García Márquez, irrumpe la imaginación, lo fantástico. La novela Cien años de soledad es una de sus mejores exposiciones. Se le debe en buena parte el boom de la narrativa hispanoamericana.
Mario Vargas Llosa, sobre este peruano recayeron los galardones literarios desde su novela La ciudad y los perros (premio Biblioteca Breve y premio de la Crítica al siguiente año, pues en ella se critica la situación política y social de su país).
Julio Cortázar (1914-1984), introdujo lo extraño, lo original y lo fantástico en la crónica realista de la cotidianidad; elementos en ocasiones zoomórficas, depositando con esta técnica el humorismo y la fantasía; gran renovador de la lengua española, supo compaginar  una prosa heterodoxa con el compromiso político.
Carlos Fuentes; la literatura mexicana moderna sería impensable sin los aportes de Fuentes, escritor de amplia temática y producción, ha publicado en prácticamente todos los géneros. Su vasta cultura le ha convertido en uno de los escritores hispanoamericanos con mayor protección internacional. Publicó  -entre tantas obras- Los años con Laura Díaz (1999), novela en que la protagonista atraviesa los cambios emblemáticos del s. XX.
Juan Rulfo; dejó una obra tan breve (El llano en llamas-1935-, Pedro Páramo -1955). Su decantación por el “realismo mágico” alineó el dominio del ambiente sobre ellos (los personajes): los destinos del hombre están pre escritos con antelación en un mundo regido por fuerzas que se le escapan. Un mundo donde lo natural y lo sobrenatural, la vida y la muerte, lo existencial y lo social ovillan sobre una sola madeja: la soledad interior de las almas.
Juan Carlos Onetti, destacó por su obra novelística. Su actitud de rechazo  hacia el exterior  se acrecentó mucho más en los últimos tiempos y con ella confirmó lo más íntimo de sus escritos. Puede ser La vida breve o cualquier otra obra del uruguayo, el puente de arranque de todo su escepticismo, incluso de la misma sociedad.
Ernesto Sábato; argentino que participó en la consolidación de la narrativa hispanoamericana  de la década de los 60. Sus obras contienen elementos propios de ensayo a la vez que indagan en los abismos más profundos de la angustia  vital, el desarraigo, la incomunicación y la locura.
Mejores obras de la literatura hispanoamericana:
María (1867), José Isaacs
Veinte poemas de amor y una canción desesperada (1924), Pablo Neruda
La vorágine (1924), José Eustasio Rivera
Doña Bárbara (1929), Rómulo Gallegos
Rayuela (1963), Julio Cortázar
Cien años de soledad (1967), Gabriel García Márquez